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Jabalí soñado! Anécdotas de grandes cacerías

  • Club de Caza Mayor, Menor y Tiro, Conservación Tierra de Palmares
  • 29 jul 2015
  • 2 Min. de lectura

Continuando con el espacio que hemos denominado Anécdotas de Grandes Cacerías, les traemos una nueva historia escrita por uno de nuestros socios, en esta oportunidad el Sr. Martín Monzón quien cazó un jabalí que fue medalla de oro en la medición de trofeos realizada el 14 de marzo de 2015 en la ciudad de Quehué, provincia de La Pampa.



Jabalí soñado

Martín Monzón

Una mañana entrerriana me llama por teléfono un amigo; el mismo estaba alambrando un campo de otro amigo mío. Entre asombrado y entusiasmado me cuenta que un perro de ese campo había corrido un “chancho” muy grande, hacia el fondo del campo. Sin mucho pensarlo comenzamos a buscar un lugar para armar un cebadero. Lo hicimos bien metido en el monte y lejos de las casas.

Pasaron muchas semanas hasta que comenzaron a entrar algunas chanchas y lechones; aclaro que al dueño del campo, poco le gusta cazar, por lo que el cebado corría más que nada por mi cuenta. Invierno llovedor, si los hay, es lo que nos tocó vivir esa temporada, por lo que se nos hacía difícil llegar hasta el cebadero. Decidimos entonces cambiar de lugar de espera y armamos un acecho a 600 metros de la casa. Volvimos a esperar otras semanas más hasta que comenzó a dar sus frutos, con chanchas y lechones. Un buen día desaparecen las huellas de estos últimos y aparece una más grande, que no se observaba solo allí, sino que se las veía en campos aledaños. Esto alertó la mirada de otro vecino que sí, le gusta cazar, y comenzamos a cebarlo juntos. Entre lluvia, frío y trabajo con las vacas, se fueron pasando los días y completamos unos 8 meses. Ante la expectativa que generaba tales apariciones de huellas, decidimos armar un apostadero de altura para esperarlo. Así sucedía la vida cuando un sábado (inolvidable), me voy a trabajar al campo y llevo mi fusil. Nos encontramos con este vecino del campo de al lado, con quien estábamos cebando, y al desocuparnos de nuestras tareas, a eso de las 18:30 hs., nos fuimos juntos a realizar una espera. El apostadero se encontraba a unos 3 metros de altura.

A los 40 minutos, más o menos, de estar apostados, comenzamos a escuchar ruidos que venían del monte, cada vez más cerca hasta que la figura se hizo presente, se detuvo unos instantes, antes de entrar de lleno a comer. La luna transformaba la noche en día, pero en el comedero se formaba una sombra por las ramas de un árbol. Lo puse en la mira, a la altura de la cruz, y disparé sin más. El proyectil ingresó donde había apuntado y se alojó del otro lado del animal. La munición utilizada fue 308 Federal de 180 grs...

Puedo mostrar las fotos, puedo demostrar que los colmillos fueron ganadores de la medición de trofeos en Quehué, La Pampa; pero me es imposible expresar la alegría que experimenté al verlo de cerca a ese “fantasma” que tanto tiempo soñé.


 
 
 

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