Especies exóticas invasoras. Importancia ecológica.
- Club de Caza Mayor, Menor y Tiro, Conservación Tierra de Palmares
- 6 sept 2014
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Las invasiones biológicas constituyen una de las principales amenazas a la integridad de los sistemas naturales y productivos. Aunque no todas las especies introducidas son dañinas, las que resultan invasoras se expanden sin respetar jurisdicciones ni alambrados, generando graves problemas de conservación. Resulta “clave” el evitar la entrada de animales y plantas de reconocido poder invasor e impedir que las que ya han entrado infecten nuevas áreas.
En la bibliografía internacional aparecen las invasiones biológicas como uno de los principales problemas para la conservación de la biodiversidad. Tan grande es el impacto de estos procesos que hay autores que los han incluido entre los factores de “cambio global”, o sea a escala planetaria. En los últimos tiempos, en los principales foros de conservación se considera que las invasiones biológicas están en el segundo lugar entre las causas de extinción de las especies, ecosistemas y paisajes, y se las considera, además de ser el principal problema de las áreas protegidas.
Las especies contaminantes son denominadas exóticas, y son aquellas que se desarrollan en un área fuera de su rango de distribución natural como resultado de una dispersión accidental o intencional, proveniente de actividades humanas con fines económicos y/u ornamentales. Se las considera invasoras porque escapan de las fronteras agropecuarias; cultivo, cerco, corral, etc. y, en la mayoría de los casos, se convierten en plagas, desplazando a las comunidades nativas, reduciendo los hábitats nativos y alterando los procesos naturales de los ecosistemas en cuestión.
En el nuevo hábitat, generalmente, las especies exóticas no cuentan con los controles naturales que tenían en el lugar de origen, de manera que si la especie presenta adaptaciones que le permiten reproducirse y dispersarse, se expandirá con ventaja respecto de las especies nativas. Las especies nativas, por el contrario, tienen esos controles naturales debido a que coevolucionaron con el conjunto de las especies del ecosistema al que pertenecen, lo que permite que exista un equilibrio. Cuando una especie no tiene controles naturales se reproduce en exceso y se convierte en plaga, terminando con el equilibrio antes mencionado.
El ingreso de animales o plantas invasores en el monte natural, ha significado mucho más que una presión de competencia para las especies originarias. En los primeros estadíos de la invasión, se aprecia un notorio cambio de la estructura del monte y una vez que las especies nuevas han alcanzado a sobrepasar en número y/o tamaño a las originarias, ese primer cambio se transforma progresivamente en un reemplazo de las autóctonas por las exóticas, donde las primeras mueren o son desplazadas.
Cuando esta nueva situación afecta a las especies vegetales, junto a ellas desaparecen muchos de los animales que a lo largo de la evolución han adaptado sus formas de vida al tipo de ambiente natural, encontrándose desvalidos la mayoría (con probabilidades de desaparecer localmente) y muy favorecidos unos pocos (con probabilidades de aumentar desmesuradamente sus densidades). Aun cuando podría observarse que la masa biológica no ha desaparecido y que sólo se produce un recambio en las especies que la componen, este cambio ambiental significa una drástica pérdida de hábitat para la mayoría de las especies y para dimensionar la magnitud del problema, mencionaremos que, a nivel global, la pérdida de hábitat está siendo la mayor amenaza para la biodiversidad.
Por un lado el propio carácter de la invasión implica el desplazamiento de los componentes nativos, pero éste no es la peor consecuencia. La derivada más aguda es cuando la invasión conlleva un cambio en la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas. Un ejemplo, que nos acerca al caso del Parque Nacional El Palmar, es la transformación de los pastizales y palmares en bosques. En este cambio de estado, la mayor parte de las especies nativas se extingue, por lo que el nuevo ecosistema tiene menos biodiversidad que su predecesor (Maranta 2001).
El proceso de intercambio e introducción de especies se ha incrementado junto con el aumento del tránsito e intercambio entre continentes. El grado de movimiento de especies transportadas por los humanos no tiene precedentes a escala geológica y ha sido descrito como “una de las más grandes convulsiones históricas de la flora y fauna del mundo” (Primack et. al., 2001 in Berduc, A. J. et al 2004).
En la actualidad grandes áreas, donde antes existía en todo su esplendor el monte nativo con poblaciones estables de animales autóctonos, han sido colonizadas por especies extranjeras como el jabalí (Sus scrofa), ciervo axis (Axis axis), crataegus (Pyracantha cfr. atalantoides), acacia negra (Gleditsia triacanthos), fresno (Fraxinus lanceolata, Fraxinus pennsylvanica), ligustro (Ligustrum lucidum), ligustrina (Ligustrum japonicum), paraíso (Melia azedarach), morera (Morus alba) y otras tantas especies que se están reproduciendo y expandiendo cada vez mas.
La gran mayoría de las especies exóticas introducidas en un nuevo ambiente no se establecen, porque éste no es adecuado a sus requerimientos. Sin embargo, un cierto porcentaje no sólo logra establecerse, sino también se dispersa a expensas de las especies nativas. Cuando se introducen especies animales, a veces accidentalmente y otras con determinadas intenciones, las consecuencias ecológicas son imposibles de prever. Un ejemplo claro es el caso del jabalí europeo y el ciervo axis asiático. Estas especies no cuentan en Entre Ríos con los predadores habituales que tienen en su lugar de origen, lo que ha provocado una “expansión explosiva” de las mismas y por consiguiente un desequilibrio biológico que ha llevado a una transformación de los ecosistemas originales.
La invasión de comunidades naturales constituye una de las amenazas más serias hacia la biodiversidad y afecta la productividad de los ecosistemas naturales y agroecosistemas a lo largo de todo el planeta lo que implica, muchas veces, fuertes pérdidas económicas y un gran daño ecológico en la totalidad de los casos.
Es por eso que para los objetivos perseguidos por los planes de control de las especies invasoras es tan importante evitar el avance de las exóticas como garantizar el éxito de las nativas.
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